Giuseppe Mazzini (1805-1872) no fue socialista; su gran preocupación fue defender la causa nacionalista italiana republicana y progresista. Aún así, no cabe duda que este pensador y político tuvo intensas preocupaciones sociales. Intentemos acercarnos a estos aspectos menos conocidos de este personaje fundamental de la historia contemporánea italiana.
En Mazzini encontramos influencias del socialismo utópico, de Saint-Simon y de Fourier, así como una profunda crítica al comunismo y a Proudhon. El político italiano sentía una especial aversión hacia el materialismo, pero era consciente del creciente protagonismo de los obreros en el tiempo en el que vivió. En 1841 organizó una sección obrera en la Joven Italiana. Defendía la idea de que las revoluciones, en realidad, eran sociales. También creía que los obreros debían organizarse autónomamente sin tutelas o paternalismos foráneos.
Pero conviene también matizar estas últimas ideas que, en principio, parecen muy avanzadas. El concepto de obrero que tenía Mazzini era muy particular. Los obreros serían todos los trabajadores manuales pero del ámbito urbano nada más. Mazzini nunca tuvo mucha afinidad con el mundo rural, por desconocimiento de su realidad y porque nunca quiso que se cuestionase la propiedad rural, algo, por otro lado, fundamental en un país como Italia.
Mazzini no creía en la lucha de clases, sino en la lucha política del pueblo italiano para la construcción de Italia, de ahí que intentara organizar a los obreros en la Joven Italia para el objetivo que pretendía. La lucha de clases llevaría a la guerra civil. Por otro lado, este encuadramiento en la causa nacional evitaría que los obreros abrazaran la causa socialista. La lucha debía dirigirse, pues, contra los enemigos de Italia: el absolutismo borbónico en el sur, el dominio papal en el centro y la presencia austriaca en el norte. Eso no era obstáculo para que se construyese una Italia en la que se consiguiese la justicia social, pero siguiendo más los métodos de los utópicos, es decir, a través de la persuasión. Tampoco era nada radical en relación con la propiedad porque, como hemos comentado anteriormente sobre el campo, era aceptada, como el derecho de herencia. Eso sí, era partidario de las cooperativas de producción y consumo. Cuando Mazzini fue elegido en marzo de 1849 triunviro de la República romana intentó emprender reformas sociales. Anteriormente, en el exilio londinense, en 1841, fundaría una escuela italiana para pobres.
Mazzini fracasó en este empeño de subordinar lo social a la lucha política, y en su misticismo sobre la liberación de los pueblos, pero en el seno del movimiento que creó terminaron por surgir figuras que, siendo disidentes, pueden ser consideradas como pioneras del socialismo en Italia.
Eduardo Montagut
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