La Comuna de París es, quizás, el ejemplo más intenso de una experiencia de gobierno obrero al margen del orden establecido, y así fue ya reconocida por muchos revolucionarios contemporáneos.
La Comuna surgió a partir del final de la guerra franco-prusiana. La derrota de Sedán produjo la huida del gobierno francés a Versalles. En septiembre de 1870, la ciudad de París quedó en manos de unos comités de distrito con un comité central. Este comité tenía a su cargo unos 60.000 hombres de la guardia nacional. El comité declaró una comuna directamente elegida por el pueblo y rechazó la autoridad del gobierno de Versalles. En enero de 1871 los prusianos llegaban a las afueras de París.
En París salió elegida una Asamblea comunal, organizada en diez comisiones, dedicadas a distintas funciones: subsistencias, finanzas, trabajo, justicia, etc. En la Asamblea se sentaban representantes de distintas sensibilidades: antiguos jacobinos, blanquistas, proudhonianos, bakuninistas, etc..
Como decíamos al principio, con la Comuna se intentó organizar un modelo político nuevo, en el que todos los poderes debían proceder de la soberanía popular. El día 19 de abril de 1871 se publicó la Declaración al pueblo francés, donde se pedía autonomía para todas las comunas que se constituyesen en ciudades y departamentos, con derechos ilimitados de reunión y prensa, enseñanza obligatoria gratuita, etc.. Las industrias y talleres abandonados por sus dueños pasarían a ser regidos por comités obreros en régimen de autogestión. Los pisos vacíos fueron requisados y hasta se decretó la liberalización del arte.
“¿Qué pide el pueblo de París? La autonomía absoluta de la Comuna extendida en todas las localidades de Francia. Los derechos de la comuna son: el presupuesto comunal, el reparto del impuesto, la dirección de los servicios, de la magistratura, de la enseñanza y la garantía absoluta de la libertad individual y de trabajo. Eso quiere París: una delegación de las comunas federadas”
Pero fuera de París, en Versalles, como hemos indicado, se había constituido el primer gobierno de la que sería la III República con Thiers a la cabeza. El gobierno envió un potente ejército, comandado por Mac-Mahon, para ocupar la capital, ya que la Comuna suponía un serio desafío al orden. Ni la burguesía francesa ni los prusianos estaban dispuestos a tolerar lo que estaba ocurriendo. Los combates fueron intensos, con mucha violencia y fusilamientos de prisioneros por ambas partes. El 21 de mayo de 1871 comenzó la denominada Semana Sangrienta, de lucha calle por calle, barricada a barricada, entre las tropas que vienen de Versalles y los communards. En el combate y fusilados inmediatamente murieron 877 soldados y 20.000 communards. Pero la represión que vino después de la derrota de la Comuna fue impresionante. De los más de 36.000 prisioneros fueron ejecutados, a la altura de junio de 1872, unos 1.179. Fueron liberados 22.326, mientras que 10.488 fueron llevados ante consejos de guerra. De dichos juicios salieron condenados unos 8.525. Entre estos condenados abundaron los guardias y suboficiales, es decir los más humildes. En 1880 se dio una amnistía y muchos emigrados pudieron volver.
El fracaso de la Comuna repercutió en la marcha de la AIT, especialmente en Francia, y en el movimiento obrero de muchos países, ya que los gobiernos consideraron a las asociaciones obreras como enemigas del orden y la paz públicas, apresurándose a prohibirlas y a reprimir cualquier manifestación obrera.
Eduardo Montagut
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