En la Segunda Revolución Industrial se dieron importantísimas innovaciones tecnológicas en todos los ámbitos productivos. En esta época comenzaron a usarse nuevos materiales y fuentes de energía. Las tecnologías vinculadas a la máquina de vapor, al carbón y al hierro fueron sustituidas por las relacionadas con la fabricación del acero, el empleo del petróleo y la electricidad. Además, en las últimas décadas del siglo XIX se vivió una intensa etapa de inventos que revolucionaron la economía y las formas de vida.
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Si la Primera Revolución Industrial está asociada al algodón, el carbón de coque y el hierro, la Segunda puede ser considerada la era del acero. Gracias a la utilización de los procedimientos Bessemer y Martin-Siemens la producción de acero se hizo masiva y a bajo coste. El acero sustituyó al hierro por su calidad y porque permitía más aplicaciones en muchos campos. Por otro lado, las aplicaciones del hierro se habían circunscrito en la Primera Revolución Industrial al campo del ferrocarril pero ahora encontraron en la construcción y la industria armamentística un campo casi infinito. La posibilidad de trabajar mejor con el hierro, de doblarlo y ensamblarlo a través de vigas revolucionó la ingeniería y la arquitectura. Eiffel levantó la torre que llevará su nombre en 1889, y se multiplicaron las construcciones con hierro, especialmente en edificios públicos porque permitía abarcar grandes superficies, en estaciones o invernaderos, por ejemplo. Por su parte, el acero aumentó la potencia del armamento y los blindajes. La artillería vivió toda una revolución, nacieron los navíos acorazados, los submarinos, los cascos, modernos fusiles y pistolas, etc..
En la industria del metal tenemos que aludir al comienzo de la utilización del aluminio. Ya era conocido pero no se habían descubierto sus posibilidades en infinidad de aplicaciones. Gracias a los avances de los procedimientos electrolíticos se consiguieron formas más puras del cobre, uno de los mejores conductores de la energía eléctrica y clave para el desarrollo de esta industria. El níquel vivió otra época dorada. Por fin, la propiedad antioxidante del zinc hizo que se convierta en un metal muy demandado.
La producción de la industria mecánica se disparó por el aumento de la demanda. Estamos en la época de las máquinas de coser y de escribir, de la bicicleta y, especialmente, del automóvil. Para aumentar el consumo bajaron los precios de los productos gracias a importantes ahorros en los costes de producción generados por las nuevas formas de organización del trabajo, taylorismo y fordismo. En 1885, los alemanes Daimler y Benz fabricaron su primer automóvil. En el año 1907, Ford sacó el modelo “T” que revolucionó la industria del automóvil. Por fin, en 1903 los hermanos Wright efectuaron el primer vuelo en avión.
Otro de los sectores punteros en la Segunda Revolución Industrial fue el de la industria química, gracias a sus aplicaciones: abonos para la agricultura, componentes para la fabricación de papel, o explosivos como la dinamita de Alfred Nobel, materiales plásticos y medicamentos. La industria de los colorantes vivió un gran momento. Anteriormente esta industria usaba materias primas naturales pero la química ofrecerá nuevas posibilidades de tintes sintéticos. A mediados del siglo XIX, Perkin descubre la malveína, el primer tinte de anilina. A finales de la centuria se comercializa el añil sintético.
El petróleo, refinado en forma de gasolina, fue el combustible para los nuevos motores de explosión que usaban los automóviles, buques de acero y los aeroplanos. La extracción del petróleo comenzó en los Estados Unidos.
La energía eléctrica cambió las formas de trabajo y la vida cotidiana. Muy pronto se multiplicaron sus aplicaciones. En la industria se crearon los motores eléctricos. En el transporte se aplicó a los tranvías y ferrocarriles eléctricos. El primer ferrocarril eléctrico se probó en Berlín en 1879. El metro londinense se pone en marcha, y los norteamericanos electrifican la línea ferroviaria entre Baltimore y Ohio. Los tranvías urbanos se electrifican a finales del siglo XIX. Pero la electricidad no pudo competir con el petróleo en el transporte particular o individual. En la vida cotidiana apareció la iluminación eléctrica; y, por fin, en las comunicaciones: telégrafo, teléfono y radio. Los inventos en este campo se sucedieron. En 1854, Antonio Meucci presentó el “teletrófono”, que en 1876 patentó Graham Bell como teléfono. En 1878, Edison fabricó las primeras bombillas de filamento de carbono. En 1880, Edison inventa el fonógrafo. En 1899 se pone en marcha la telegrafía sin hilos gracias a Marconi. Los hermanos Lumière exhiben en el año 1895 la primera película. En 1906 se transmite el primer mensaje hablado por radio.
Eduardo Montagut
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